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lunes, 27 de mayo de 2013
LO HERMOSO DE DEJAR HUELLAS DE CARIÑO EN EL CORAZÓN DEL QUE SUFRE.
LAS MARCAS QUE DEJAS....
Cuando yo era niño, aún muy pequeño, mi padre
compró el primer teléfono de nuestro vecindario.
Recuerdo bien aquel aparato negro y brillante que se
hallaba sobre la cómoda de la sala. Yo era muy chico
para alcanzarlo, pero me quedaba escuchando fascinado
mientras mi madre hablaba con alguien. Un día descubrí
que dentro de aquel objeto maravilloso vivía una
persona fantástica.
Se llamaba "Información" y no había nada que ella no
supiera. "Información" podía suministrar cualquier
número de teléfono y hasta la hora correcta.
Mi primera experiencia personal con ese genio de la
botella vino un día que mi madre se encontraba fuera, en
casa de unos vecinos. Yo estaba en el garaje,
revolviendo la caja de herramientas, cuando me golpeé
un dedo con el martillo. El dolor era terrible, pero no
tenía motivo para llorar, ya que no había nadie para
consolarme. Andaba por la casa chupándome el dedo
dolorido, hasta que pensé: "¡El teléfono!" Rápidamente
cogí una pequeña escalera que coloqué frente a la
cómoda de la sala. Me subí a la escalera, descolgué el
auricular del gancho y lo apreté contra mi oído. Alguien
atendió y yo dije: Información.
Oí dos o tres clics, hasta que una voz suave y nítida
habló en mi oído: Información, dígame.
Me he golpeado el dedo... Las lágrimas vinieron
fácilmente ahora que tenía audiencia.
¿Tu madre no está en casa?, preguntó ella.
No, no hay nadie, sollozaba.
¿Estás sangrando?
No, pero me he golpeado con el martillo y me duele
mucho.
¿Puedes abrir la puerta del congelador?
Respondí que sí.
Entonces coge un cubito de hielo y póntelo en el dedo,
dijo la voz.
Tras aquel día, yo conectaba con "Información" por
cualquier motivo.Ella me ayudó con mis dudas de
geografía y me enseñó dónde estaba Filadelfia. Me
ayudó con los ejercicios de matemáticas. Me enseñó
que la pequeña ardilla que traje del bosque tendría que
comer nueces y pequeñas frutas. Cuando Peter, mi
canario, se murió, yo llamé a "Información" y le conté lo
ocurrido. Ella me escuchó y comenzó a hablar de esas
cosas que se le dicen a un niño que está creciendo.
Pero yo me sentía inconsolable y preguntaba:
¿Por qué tienen que morirse unos pajaritos que cantan
tan bien y dan alegría a los demás?
Paul, recuerda siempre que existen otros mundos
donde también se puede cantar.
De alguna manera, después de esto me sentí mejor. Al
día siguiente, allá estaba yo de nuevo:
Información, dígame, dijo la voz ya tan familiar.
¿Usted sabe cómo se escribe "excepción"?
Todo esto aconteció en mi ciudad natal, al norte del
Pacífico. Cuando yo tenía 9 años, nos mudamos a
Boston. Añoraba mucho a mi amiga. "Información"
pertenecía a aquel viejo aparato telefónico negro, y yo
no sentía ninguna atracción por nuestro nuevo teléfono
blanco que se hallaba sobre la cómoda de la nueva sala.
Pasó el tiempo y fui creciendo, pero los recuerdos de
aquellas conversaciones infantiles nunca se alejaron de
mi memoria.
Frecuentemente, en momentos de duda o perplejidad,
he intentado recuperar el sentimiento de seguridad que
tenía en aquel entonces.
Hoy puedo comprender lo paciente, comprensiva y
dulce que fue aquella mujer al perder su tiempo en
atender las consultas de un niño. Algunos años
después, cuando me dirigía para la universidad, mi
avión hizo escala en Seattle. Yo tenía más o menos
media hora entre los dos vuelos. Tomé el teléfono para
llamar a mi hermana, que vivía allí a unos quince
minutos.
Entonces, sin darme cuenta, marqué el número de la
operadora de mi ciudad natal:
Información.
Como en un milagro, escuché la misma voz dulce y clara
que tan bien conocía:
Información, dígame.
¿Usted sabe cómo se escribe "excepción"? pregunté.
Se produjo una larga pausa. Luego, una suave
respuesta:
Tu dedo ya está mejor, ¿verdad Paul?.
Me eché a reír. ¡Así que es usted! ¡No se imagina lo
importante que fue para mí en aquel tiempo!
me lo imagino. Y tú no sabes cuánto significaba
para mí aquella comunicación. No tuve hijos, así que me
pasaba el día esperando tu llamada.
Le comenté lo mucho que me había acordado de ella en
los últimos años y le pregunté si podría visitarla cuando
fuese a ver a mi hermana.
¡Claro que sí!, pregunta por Sally.
Tres meses después fui a Seattle. Al telefonear, me
respondió una voz desconocida:
¿Podría hablar con Sally?, dije.
Usted es amigo de ella?, preguntó la voz.
Sí soy un viejo amigo. Mi nombre es Paul.
Lo siento mucho, pero últimamente Sally estaba
trabajando aquí sólo media jornada, porque se
encontraba enferma.
Por desgracia, murió hace cinco semanas.
Antes de que yo pudiera colgar, la voz añadió:
Espere un momento. ¿Usted dijo que su nombre es
Paul? Sí.
Sally le dejó un mensaje. Lo escribió y me pidió que yo
lo guardase por si usted llamaba.
Se lo voy a leer. El mensaje decía:
Dile que aún creo que existen otros mundos donde la
gente también puede cantar.
Él lo comprenderá.
Di las gracias y colgué. Lo comprendí. "Nunca
subestimes la marca que dejas en los demás".
Así como hay niño también hay una gran diversidad de
personas que necesitan de ayuda y a veces un saludo o
una palabra con cariño alegran el corazón y muchas
veces se salva una vida, con tan solo contestar un
mensaje.
Cada ser tiene propósitos que cumplir en esta vida y una
huella positiva que dejar por el camino transitado...
Tenlo siempre presente y cuando no tengas noticia de
personas que conoces o amas no olvides enviar un
mensaje de amor, paz y de Dios.
MUCHAS BENDICIONES, AMOR PAZ Y FELICIDAD EN
SUS VIDAS.
Etiquetas:
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