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lunes, 28 de noviembre de 2011

PENSAMIENTO SOBRE LAS FORMAS DE RELACIONARSE.



Una relación no se impone, sino que se crea.
Una relación:
¿Se impone?
¿Es tener una amistad hipócrita?
La necesidad de relaciones sociales en los humanos es algo tan necesario, como el agua para que el hombre pueda subsistir.
A lo largo de la historia el hombre siempre necesita a alguien que lo escuche, apoye y comprenda.
Para toda relación humana hay puntos básicos que debe tener; por mencionar algunos están:
• Clima de respeto: Para tener una buena relación es necesario aceptar y respetar las ideologías, pero sobre todo el respeto a la persona.
• Confianza: Para poder contarle mis necesidades y recibir, así, su valiosa ayuda.
• Apoyo: Que haya siempre una ayuda desinteresada para poder continuar la relación.
• Seriedad: Tomar en serio la confianza que el otro deposita en mí, es algo muy importante ya que de esto puede depender la buena relación.

• Humildad: “Sed humildes unos con otros” quiere decir que yo tenga la capacidad para reconocer, tal vez, lo que yo hice y que ofendió al amigo o al compañero. Capacidad para tender la mano al que necesita ayuda, así sea la persona con la que no me llevo.
Puntos tan importantes para cualquier relación: y lo son porque si no hay respeto entre las personas difícilmente puede haber un clima de confianza o de apertura. Estas relaciones deben ser humildes y contar con el apoyo incondicional de la otra persona o personas.
Cabe mencionar que Cristo nos mandó que nos amemos todos y sin condiciones ya que Él murió por todos y no solo por unos cuantos.
En una comunidad es necesario que nos relacionemos con todos, tal vez resulte un poco difícil pero no imposible.
San Pablo en su carta a los romanos nos invita a una relación sincera y con todos: “Bendigan a quienes los persiguen. Bendíganlos y no los maldigan. Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros. No sean orgullosos, sino pónganse al nivel de los humildes. No presuman de sabios. No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos.” Romanos 12, 14 – 18.
Estas palabras son muy claras, y ciertamente nos invitan a vivir o esforzarnos por vivir en paz con todos.
Cabe mencionar que Santo Tomas hablaba de dos tipos de amor: el amor de concupiscencia y el amor de benevolencia.
El amor de concupiscencia, él nos menciona que es lo externo, la no donación al otro. Este es el amor del hombre, el no ser mutuo sino solo buscar mi propio interés, un amor utilitario.
El amor de benevolencia, es todo lo contrario, es el verdadero amor, el amor de Dios y este amor es pleno, entregado absoluto y tiene un profundo interés por el otro. Entre estos dos tipos de amor hay un gran trabajo por realizar.

El amor de concupiscencia lo podemos comparar con el compañerismo, guiado mas por lo físico y lo material. El amor de benevolencia, se puede decir, que es la amistad verdadera. Aquí cabe mencionar un punto muy importante: si yo considero a tal persona como mi verdadero amigo o un buen amigo y él no tiene el mismo concepto de mí, aquí no existe una verdadera relación de amistad ya que existe un bloque entre esa relación.

Pero tampoco se trata de tener una amistad hipócrita o con dos caras, y con esto me refiero a esa frase que muchas veces usamos: “tengo que hablarle a tal persona porque tengo la presión social o cualquier motivo si no reemplazar esta frase por otra mejor: “quiero hablarle” a ese hermano ya que Cristo también murió por él: pero sobre todo recordar que “La verdad os hará libres.”
Este tipo de relaciones en una comunidad, muchas veces cuesta mucho trabajo y esto se debe a que por lo general los miembros de esta se dejan llevar por la famosa “grilla” o “carrilla”, que muchas veces es mas fuerte que el verdadero significado de lo que es una relación social y con ellas todos los términos que de si se derivan: amistad, compañerismo, etc. Y también muchos valores entre ellos: la honestidad, respeto, confianza, etc.

Hago una exhortación a que procuren seguir el ejemplo del Cristiano primitivo: el amor filial ante todo, y esto es porque gracias a Cristo y en él todos somos hijos de un mismo padre y hermanos todos en ese amor.
Luchemos por conseguir esto, ya que Cristo nos lo mando en la Última Cena. “Ámense los unos a los otros como yo los he amado.” Pero sobre todo ser honestos con nosotros mismos y recordar que la verdad nunca envejece.
“Has a los otros lo que harías contigo.”

Jesús Humberto Maldonado Rodríguez


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