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jueves, 14 de octubre de 2010

COMO DIAMANTES EN LAS MANOS DE DIOS.


Prov. 11: 16 “La Mujer agraciada tendrá honra y los fuertes 

tendrán fuerza”...Mateo 5:9 “Bienaventurados los pacificadores porque  ellos 

serán llamados hijos de Dios”...

Vivimos en un mundo que da mucha importancia a la belleza, al poder y a 

la riqueza, que valoriza más a aquellos que poseen esos tributos. Sin 

embargo esas no son características exclusivas de nuestro círculo cristiano.

En la historia podemos encontrar biografías de diversas personalidades 


en diferentes épocas que en su lucha por conquistar esos valores, transitaron por 

caminos que les proporcionaron alegrías, pero también tristezas y muchas tragedias.

En esta mañana recordamos una de esas historias vividas por tres personajes con 


una personalidad singular. Juntos vivieron un juego de poder, orgullo, odio y 

egoísmo.

Tres personas con tres trayectorias distintas, pero entrelazadas.




 No se trata de ficción, sino de una historia bíblica que se encuentra en el Antiguo 

Testamento. Hoy tenemos la  historia real de un diamante y una piedra bruta. Un 

diamante que se dejó pulir por Dios y una piedra bruta que no aceptó ser cincelada.

1 Samuel 25: 2-3 “Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel, el 


cual era muy rico, y tenía tres mil ovejas y mil cabras... Y aconteció que estaba 

esquilando sus ovejas en Carmel. Y aquél varón se  llamaba Nabal, y su mujer, 

Abigail.

 Era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, pero el hombre 


era duro y de malas obras; y era del linaje de Caleb”...

No sabemos cuáles fueron las circunstancias que llevaron a Abigail, una mujer 


devota, hermosa y de buen  entendimiento, a casarse con Nabal, un hombre que 

vivía apartado de Dios a pesar de ser descendiente de Caleb.

 Lo que podemos afirmar es que las jóvenes de aquél tiempo se casaban con un 

hombre escogido por su padre o por medio de pactos familiares.

Abigail era muy preciosa para sus padres, y su nombre significa “motivo de alegría” 

o “mi padre está feliz”.

Como los nombres de aquella época revelaban la experiencia del nacimiento del hijo 


o lo que se deseaba para su futuro, podemos deducir que los padres de Abigail se 

alegraron mucho con su llegada y soñaban con lo mejor para su hija.

Por lo tanto creyeron que ese hombre rico, Nabal, sería un buen marido para ella. Sin


 embargo Nabal usó su poder y su riqueza para esconder la pobreza de su carácter,

 con el correr del tiempo y la convivencia reveló ser un insensato, rudo y malo. Por 

mucho tiempo...Abigail convivió con ese hombre.

En los versículos subsiguientes que narran el resto de la historia, percibimos que la 


hermosura externa de esa mujer quedaba inclusive opacada por su belleza interior.

Las virtudes de su carácter brillaban como un diamante pulido, haciendo de Abigail 


mucho más rica y honrada que su propio marido en toda su opulencia.



Samuel, el gran profeta de Israel, acababa de morir, y la nación

comenzaba a sentir la ausencia de aquél que siempre había transmitido un 


sentimiento se seguridad al pueblo.

David también sufrió mucho.


Imposibilitado de ir al sepelio del patriarca, debido a que era perseguido por el rey, 

lloró como un hijo que había perdido a su padre.

Su inseguridad con relación a Saúl era mayor ahora, así aprovechó ese momento en 


que el rey estaba concentrado en los lamentos y en el funeral de Samuel para huir en 

busca de un lugar más seguro, el desierto de Pará.

Durante el periodo en que estuvo allí, el nuevo ungido del Señor y sus seiscientos 


hombres protegían a los hacendados de la región contra los ataques de bandidos o 

beduinos.

Nabal era uno de los beneficiados, y esa protección tan eficiente que sus siervos 

afirmaron, lo encontramos en...  

1 Samuel 25: 16 “Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que 

hemos estado con ellos apacentando las ovejas”.

El tiempo pasó rápidamente y llegó el periodo final de la cosecha. Era el momento de 


recoger y disfrutar de los frutos del trabajo. Los siervos de Nabal estaban festejando 

cuando David envió diez de sus hombres en una misión de paz y de buena relación.

 El poderoso guerrero solicitó también al rico hacendado algo de su abundancia 


para atender las necesidades de sus hombres, los mismos que habían protegido a 

Nabal y consecuentemente lo habían ayudado a enriquecerse.

En una actitud insensata, egoísta y tonta, que bien corresponde al significado de 

su  nombre, Nabal fingió que nunca había oído hablar de David y trató a sus siervos 

como fugitivos. En 1 Samuel 25: 10-11 “Y Nabal respondió a los jóvenes enviados por

 David, y dijo ¿Quién es David y quién es el hijo de Isaí?...

Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores ¿He de tomar yo ahora mi pan, 

mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que 

no se de dónde son?...




Los siervos quedaron decepcionados con tamaña insolencia. Ellos

volvieron rápidamente y le contaron lo ocurrido a David, quién se llenó de 

indignación.

Fue por indignación y también por miedo la reacción de uno de los siervos de Nabal, 


que percibiendo el peligro  que estaban corriendo, salió desesperado para 

encontrarse con Abigail. Le contó lo ocurrido y le pidió que interviniera. 

Rápidamente, con prudencia y sabiduría, ella inmediatamente comenzó a actuar.

Sin hablar con su marido juntó provisiones para ofrecer a David y a sus hombres.


Mientras Abigail trabajaba para ayudarlo... David sin pensar ni preguntar a Dios qué 


actitud debía tomar, actuó impulsivamente, motivado por su orgullo herido.

Organizó 400 hombres para acabar con Nabal, sus siervos y toda esa inmensa 

ingratitud. Una guerra de egos estaba por desatarse teniendo el orgullo y el 

odio como la principal munición, cuando surge abigail, un diamante de rara belleza y 

brillo en medio de ese lodo de intolerancia, para detener las 

acciones inconsecuentes y conservar la paz y la conciliación.

David y sus 400 caballeros, al ver a la bella Abigail, frenan sus caballos. Ella cae de 

rodillas frente al ungido del Señor para interceder a favor de su marido. En realidad 

ella no lo defiende, está de acuerdo que es insensato. Suplica entonces el perdón y

acepta la culpa que correspondía a Nabal aunque ella no merecía ser culpada de 


nada. El versículo 24 dice “Señor mío, sobre mí sea el pecado, más te ruego que 

permitas que tu sierva hable a tus oídos y escuches las palabras de tu sierva”. Y 

continúa en el versículo 28 “Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; 

pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi Señor pelea las 

batallas de Jehová y mal no sea hallado en ti en tus días”.En realidad la belleza de 

Abigail paralizó la tropa. Sus palabras evitaron la guerra, y sus obsequios revelaron 

su bondad y eliminaron el odio. Ella traía consigo: 200 panes. El alimento básico 

de palestina y que se acostumbraba a rellenarlo con queso y aceituna.

2 odres de vino. Un jugo de uva que cuando se fermentaba

podía ser usado como desinfectante o remedio, lo que era muy útil para David y 

sus soldados. 5 ovejas guisadas. O sea ovejas preparadas para ser asadas y que 

 constituían el alimento principal. 5 medidas de trigo tostado. Que podían comer en 

cualquier hora y lugar, podía ser usado por los soldados como merienda 

cuando trabajaban. 100 racimos de pasas de uvas y 200 panes de higos secos. Un 

postre que era excelente para los viajeros, para restituir su vigor.

Ese era un menú perfecto para David y sus hombres.




Al salir de la presencia del futuro rey de Israel, ella volvió a su casa y esperó el 

momento oportuno para hablar con su marido. Como Nabal estaba borracho, Abigail

esperó hasta la mañana siguiente para contarle lo ocurrido. Cuando supo cuán cerca 

de su residencia había llegado David y cuán cerca estuvo de la muerte, Nabal sufrió 

un infarto y murió diez días después.

Al enterarse David de la muerte de ese hombre, sintió alivio por haber dejado que sea

 Dios y no él, quién haga justicia con aquél hombre insensato. Aquél día en que 

Abigail le llevó los regalos, David quedó muy impresionado con su belleza e

inteligencia y no pudo olvidarla. Después de la muerte de Nabal, David le ofreció 


casamiento y ella aceptó. La hermosa Abigail cuyo carácter era como un diamante 

único y excepcionalmente, fue honrada y se convirtió en una bendición para 

el nuevo rey de Israel.

Ella también fue bendecida con la alegría de tener su primer hijo con él.



Esa mujer pasó por varias dificultades y tenía pocos motivos para alegrarse. Tal vez

 desconocía el amor verdadero en su matrimonio, ya que su marido se irritaba con 

facilidad, era bebedor y el mundo tenía que girar alrededor de sí mismo. Sin 

embargo a pesar de las circunstancias, Abigail era fiel a su marido, a las personas 

que formaban palabra. Era inteligente y generosa. Administraba bien su casa y 

se cuidaba de sí misma. Era confiada y confiable, discreta, humilde, pero firme en su 

misión. La Biblia no revela el nombre de la mujer virtuosa en Proverbios, su nombre, 

bien podía ser Abigail.

Podemos aprender mucho de es mujer, por su moderación, determinación, sabiduría 

y la elección correcta de sus prioridades. No puede haber transformación 

sin entrega. Ninguna joya muestra su brillo si no cae en las manos de un 

buen pulidor para ser limpiada y pulida.

Jamás seremos diamantes que brillen por Jesús si no nos entregamos a Él 


sin reservas. Ese es el punto de partidapara que todos los lados de ese diamante se 

hagan visibles en las manos del Señor. Podemos aprender mucho con la bella

Abigail, sin embargo la mayor lecciónde belleza que nos da, es que su actitud nos 

acerca a Jesús. Al ponerse entre David y Nabal, ofreciéndose a ser castigada por los 

pecados de su marido, recordamos a Jesús que se colocó entre Dios y nosotros y 

llevó el castigo de todas nuestras transgresiones, desviando así la ira de Dios por 

nuestros pecados.

Cristo vivió rodeado de piedras brutas, de transgresores, pero fue diamante entre 


los diamantes, una bendición al mundo y cumplió cabalmente su misión. Su 

inmenso sacrificio nos motiva a reflexionar, que si Él nos amó tanto ¿No podemos

amarnos también los unos a los otros?...Si somos perdonados ¿No 

podemos también perdonar?... Si somos invitados a participar de las bodas del 

cordero...¿No podemos repartir el pan de la verdad y la justicia con 

los hambrientos?...

A Abigail le fue posible soportar a Nabal porque había aprendido a mirar a Dios. 


Jesús no encontró imposible soportar nuestro mundo de pecado e indiferencia 

porque miraba a Dios. Abigail cumplió su misión, y en el momento justo. Dios cambió

 las circunstancias de su vida permitiendo que ella se casase con el rey David. Jesús 

cumplió su misión y en el momento programado Dios cambió las circunstancias, lo

resucitó de la tumba fría y le dio las llaves del cielo. Si las condiciones de su vida 

son difíciles de soportar, si hay personas como Nabal en su camino, mire hacia Dios. 

Cumpla su misión, porque todo está preparado para que la circunstancias de su vida 

sean cambiadas.

Todos nosotros somos diamantes únicos, pero para que brillemos como Abigail, 


necesitamos entregarnos al gran pulidor y permitir que Él quite nuestras 

imperfecciones a fin de que las bellezas de su carácter sean revelada en nosotros, 

en todos los aspectos, entonces brillaremos en este mundo para su gloria.



Mantengamos nuestra comunión con Él, buscando cultivar un espíritu manso y 

pacificador. Seamos coherentes y fieles en las palabras y acciones. Practiquemos 

la bondad y la receptividad. Andemos con humildad y prudencia, cumpliendo la

 Misión.

Oremos para que el Espíritu Santo nos ayude a ser como diamantes en las manos del

 Señor y nos dé la alegría de ver lo que Dios puede hacer en nosotros, por nosotros,

 por nuestro intermedio y por intermedio de la Iglesia.

Que Dios nos bendiga. Amén...¿Somos bondadosos con aquellos con quienes 

trabajamos?, especialmente aquellos que nos sirven y son subalternos?...¿Qué tipo 

de relación y receptividad tenemos con los vecinos nuestra Iglesia?


En Patriarcas y Profetas pág. 724 dice... “La piedad (bondad) de Abigail como 

la fragancia de una flor se expresaba  inconscientemente en su semblante, sus 

palabras y sus acciones. El Espíritu del Hijo de Dios moraba en su alma.
 Su palabra sazonada de gracia, y henchida de bondad y paz, derramaba una 

influencia celestial”...Aquí vemos claramente cómo la belleza interior se funde con

 la exterior.

Abigail podría haber echado todo a

perder, inclusive su vida, si no hubiese aprendido a ser humilde y prudente. En

Mateo 10: 16 leemos “He aquí yo os envío como ovejas en medio de lobos, sed pues 

prudentes como serpientes y sencillos como palomas”. Abigail era oveja en medo 

de lobos, Nabal y David, dos hombres poderosos. Uno que siempre 

actuaba tontamente y el otro que casi actuó tontamente. Ella usó los 

criterios correctos para escoger qué decir y cuánto decir tanto a David como a 

su marido, y por ella todos se salvaron en aquél día.

Cuánto sufrimiento se genera hoy por causa del orgullo, el arrebato, la insensatez y 

el deseo de hacer justicia con las propias manos. No debe ser así con los hijos de 

Dios.

 Estamos en medio de lobos, pero no para ser como ellos. Eso no significa que 

debemos ser pasivos. Somos ovejas porque somos diferentes, y debemos hacer 

la diferencia. Por eso es que se nos dio el consejo bíblico en cuanto a la prudencia y 

humildad (Mateo 10: 16) con orientación de que la justicia pertenece a Dios (Daniel 9:

 7) Porque hay un tiempo de hablar y un tiempo de callar (Ecl. 3: 7).


La humildad tiene el poder de calmar discusiones, la prudencia, de

revertir situaciones. La humildad genera  perdón, la prudencia genera 

transformación. La humildad construye el amor, la prudencia construye el respeto. 

Fue así que Abigail desarmó a David, salvó su casa, ganó el respeto de todos y fue

 honrada por Dios...

Es posible que algunas virtudes de Abigail se desarrollaran con el correr del tiempo 


en función de las  situaciones vividas con un matrimonio difícil. El hecho es que ella 

rehusó ser un juguete de las circunstancias y cambió el curso de los 

acontecimientos actuando con prudencia. Comprendió que su misión era ser una 

bendición en la vida de Nabal. Tal vez la única posibilidad de felicidad real para él 

era la presencia de ella y su sensatez. Su misión también era proteger y salvar

 su casa.


 En la medida que el Señor actuaba la capacitaba y le impartía nuevos dones y 

sabiduría al punto de que en el momento exacto pudo ser usada por Dios para 

reprobar y  aconsejar al propio David.

Así como Abigail, todos nosotros tenemos una Misión. No importa las 

circunstancias, debemos cumplirla.

impulsarnos a dar lo mejor de nosotros mismos y hacernos comprender que 


no necesitamos un título especial o de prestigio para transformarnos en 

una bendición para los demás y cumplir el propósito que el Señor tiene para 

cada uno de nosotros.

La capacidad se nos concede en la medida en que nos acercamos a Dios 

y comenzamos a actuar. Si cumplimos lo que nos compete estaremos 

llevando bendiciones y salvación a otros.

Nuestra esfera de influencia como la de Abigail, abarca nuestro cónyuge,

sea cristiano o no, nuestra familia incluyendo los padres, hijos, aquellos que trabajan

 con nosotros como empleados, colegas, superiores y también vecinos.

En realidad, el mayor secreto de Abigail fue entregarse en las manos  del gran 


pulidor y dejarse moldear por Él.



 Abigail podría haber sido una piedra común, pero permitió ser pulida por Él, lavada 

de toda impureza y moldeada conforme a la belleza del carácter de su creador.