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lunes, 19 de octubre de 2009

PON TU CONFIANZA EN DIOS.


Si hay algún estímulo en Cristo, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu.
El hombre, nacido de mujer, corto de días y lleno de turbaciones, como una flor brota y se marchita, y como una sombra huye y no permanece.
Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre.
Y yo rogaré al Padre, y El os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre;
El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.
Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios traerá con El a los que durmieron en Jesús. Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre. Por tanto, confortaos unos a otros con estas palabras.
Fil. 2:1 Job. 14:1,2 Sal. 73:26 Jn. 14:16,26 II Co. 1:3,4 I Ts. 4:14,17,18