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sábado, 29 de agosto de 2009

NUESTRA VICTORIA




El acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche, ha sido arrojado.
Ellos lo vencieron por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos, y no amaron sus vidas, llegando hasta sufrir la muerte.
¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de El.
Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, El igualmente participó también de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo, y librar a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida.
Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo.
Tomad también el YELMO DE LA SALVACION, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios.
A Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Ap. 12:10,11 Ro.8:33,34 Col.2:15 Heb.2:14,15 Ro.8:37 Ef.6:11,17 I Co.15:57